jueves, octubre 06, 2005

Los grillos y el diablo

1. Quería escribir algo acerca del diablo. En eso estaba cuando vi un grillo que cruzaba el pasillo, cosa nunca vista en este edificio tan “moderno”. Dije en voz alta: “Ahí va un grillo. No lo maten, que trae mala suerte”. Alboroto momentáneo en la oficina. ¿Por qué trae mala suerte?, me preguntan mis colegas. La verdad es que no tengo idea, y lo más divertido es que no sé cómo ni por qué salió esa frase de mi boca. El grillo continuó su camino y se perdió bajo unos muebles. Concluyo que si pedí que no mataran al grillo, para no tentar a la mala suerte, no era yo la que hablaba, sino mi abuela y mi bisabuela, y de ahí para arriba.
Recordé, después, una escena relatada por mi padre: él, adolescente aún, “yacía” cerca de unas matas con una niña, en pleno campo, bajo un cielo estrellado, mientras los grillos cantaban y cantaban, incansables. Se dice que el grillo es símbolo de amor irresoluto e inconstante y también de inteligencia. Mi padre, por lo que cuentan quienes lo conocen de joven, se relaciona, en más de un sentido, con lo que representan esos bichitos cantores.
2. En Alhué, que en mapudungún significa, más o menos, lugar de fantasmas, dicen que habita el diablo, según diversas y conocidas leyendas de la zona. El diablo es un amante burlador que seduce, o simplemente viola, a las niñas, sin hacerlas perder su virginidad. Hace un tiempo leí “Los amores del diablo en Alhué” un libro de Abel Rosales que apareció en la década del 30 y que fue reeditado años atrás. En ese libro se reproduce la historia de unas vírgenes violadas. El amante es un señor de capa y sombrero negro que oculta su cara.
La imagen del diablo como amante supongo que es una cosa muy antigua en el imaginario popular. En algunos relatos su figura adquiere rasgos de humanidad, ya que no solo es amante, sino que también esposo, y, en consencuencia, el diablo convive con su señora diabla. Ambos pueden, incluso, formar una familia y, entonces, la escena se completa con un número indefinido de diablitos, como puede leerse en alguna recopilación de cuentos de Ramón Lalval.
A raíz del entusiasmo que generaron en mí estas sucesivas lecturas surgió la letra de esta cueca, con préstamos del lenguaje de Roberto Parra, un viejo diablo.

EL DIABLO LACHO

El diablo andaba de lacho
con una diabla colorada.
No imaginaba el coludo
que ella era carta marcada.

Pillaron a don Sata
en adulterio.
Lo corrieron a balas
entre los cerros.

Entre los cerros, mi alma,
el patas negras
arrancó con la cola
entre las piernas.

Le quebraron los cachos
al diablo lacho.

1 Comments:

At 4:15 a. m., Blogger RCB said...

Y como no hay primera sin segunda .... estamo esperando la segunda patita poh mi alma ...

Eso de las virgenes violadas suena "increible" por decir lo menos ... y bueno, dile a tu gente que haga mejor el aseo para que no se te meta el malulo disfrazao e grillo .. Saludos

 

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